A nivel mundial, la disponibilidad de energía se ha convertido en uno de los principales problemas. Todos los países se enfrentan a una demanda creciente de energía para satisfacer sus expectativas económicas y sociales.
El aprovechamiento energético de la biomasa presenta numerosas ventajas, no sólo para el propietario de la instalación sino también para el medio ambiente. Para el propietario las ventajas son fundamentalmente económicas ya que se reducen los costos energéticos al disminuir la cantidad de combustibles fósiles o de energía eléctrica que debe comprar.
Los biodigestores cumplen la función ecológica al reciclar totalmente los desechos orgánicos a un costo muy bajo, aportando también la protección del suelo (al producir abonos de gran calidad), del agua (al evitar verter residuos orgánicos), del aire y la atmósfera (al reducir las emisiones de CH4 (metano), reduciendo así el efecto invernadero).
El empleo de la tecnología de biodigestión anaerobia para tratar la biomasa residual húmeda, además de reducir su carga contaminante, elimina las fuentes de malos olores casi en su totalidad y los gérmenes y los microorganismos patógenos del vertido.
Los lodos resultantes del proceso de digestión anaerobia pueden ser utilizados como fertilizantes en la agricultura.
La construcción de los biodigestores disminuye la dependencia externa del abastecimiento de combustibles. Favorece el desarrollo del área rural y supone una oportunidad para el sector agrícola, ya que permite sembrar cultivos energéticos en sustitución de otros excedentarios. Abre oportunidades de negocio a la agroindustria, favorece la investigación y el desarrollo tecnológicos, e incrementa la competitividad comercial de los productos.
El aprovechamiento de la biomasa presenta, al igual que ocurre con otras energías renovables, numerosas ventajas medioambientales y socioeconómicas. Los excrementos de los animales (cerdos, ganando, pollos, etc.), desechos, basuras y residuos orgánicos se convierten en uno de los desechos más contaminantes para el medio ambiente y muchas de las técnicas modernas no logran solucionar con bajas inversiones este problema. Los biodigestores descontaminan y transforman estos desechos y los convierten en subproductos aprovechables (recursos) como el bioabono y el biogás.
Realizada en las condiciones controladas la combustión de biogás produce agua y CO2. El CO2 (principal responsable del efecto invernadero), ha sido captado previamente por las plantas durante su crecimiento. Es decir, el CO2 de la biomasa viva forma parte de un flujo de circulación natural entre la atmósfera y la vegetación, por lo que no supone un incremento del gas invernadero en la atmósfera, siempre que la vegetación se renueve a la misma velocidad con que se degrada. No produce emisiones sulfuradas o nitrogenadas, ni partículas sólidas.
Por otra parte el uso de combustibles fósiles para obtener energía, sobre todo eléctrica, trae como consecuencia el vertido de sustancias tóxicas a la atmósfera, al agua y a los suelos, dañando la naturaleza a corto, medio y largo plazo. Frente a esta situación y en un futuro no muy lejano, es obvia la necesidad de una transición en las fuentes de energía desde su actual dependencia de los hidrocarburos a nuevas energías renovables y cada vez más ecológicas.
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